En un bosque muy lejos de aquí, vivía una alegre y bonita niña a la que todos querían mucho.
Un día su mamá la llamó y le dijo:
- Caperucita, mañana quiero que vayas a visitar a la abuela porque está enferma. Llévale esta cesta con frutas, pasteles, y una botella de vino dulce.
A la mañana siguiente, Caperucita se levantó muy temprano, se puso su capa y se despidió de su mamá que le dijo:
- Hija, ten mucho cuidado. No cruces el bosque ni hables con desconocidos.
Pero Caperucita no hizo caso a su mamá. Y
De repente, el lobo la alcanzó y le dijo:
- ¡Hola Caperucita!
- ¡Hola, Señor Lobo!
- ¿A dónde vas así tan guapa y con
- Voy a visitar a mi abuela, que está enferma, y a la que llevo frutas, pasteles, y una botella de vino dulce.
- ¿Y dónde vive tu abuelita?
- Vive del otro lado
El lobo salió disparado. Corrió todo lo que pudo hasta llegar a la casa de la abuela. Llamó a la puerta.
- ¿Quién es? preguntó la abuelita.
Y el lobo, imitando la voz de la niña le dijo:
- Soy yo, Caperucita.
La abuela abrió la puerta y no tuvo tiempo de reaccionar. El lobo entró y se la tragó de un solo bocado. Se puso el gorrito de dormir de la abuela y se metió en la su cama para esperar a Caperucita.
Caperucita, después de recoger algunas flores
Cuando Caperucita entró y se acercó a la cama notó que la abuela estaba muy cambiada. Apenas reconoció a su abuela y dijó:
- Abuelita, abuelita, ¡qué ojos tan grandes tienes!
Y el lobo, imitando la voz de la abuela, contestó:
- Son para verte mejor.
- Abuelita, ¡qué orejas más grandes tienes!
- Son para oírte mejor.
- Abuelita, ¡qué nariz más grande tienes!
- Son para olerte mejor.
Y ya asustada, siguió preguntando:
- Pero abuelita, ¡qué dientes tan grandes tienes!
- ¡Son para comerte!
Y el lobo saltando sobre Caperucita, se la comió también de un bocado.
El lobo, con la tripa totalmente llena acabó durmiéndose en la cama de abuela. Caperucita y su abuelita empezaron a dar gritos de auxilio desde dentro de la barriga
Cuando entró en la casa y percibió todo lo que había sucedido, abrió la barriga
Cuando el lobo se despertó sentía mucha sed. Y se fue a un pozo a beber agua. Pero al agacharse la tripa le pesó y el lobo acabó cayendo dentro
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