Hay muchas frases hechas y coloquiales en español en las que utilizamos los nombres de países, ciudades o pueblos. Ello se debe a razones históricas o algún hecho anecdótico que ocurrió en aquella localidad en particular y la hizo famosa. En este artículo os vamos a mostrar algunos ejemplos.
Armarse la de San Quintín
Se dice de los grandes altercados, discusiones o algarabías. La causa de esta expresión tiene origen en la batalla de San Quintín (1557) cuando las tropas españolas asentadas en Flandes invadieron el norte de Francia al mando del Duque de Saboya. La carnicería fue de tal magnitud que se aplicó desde entonces el nombre de San Quintín a toda reyerta o alboroto en general.
Como los de Fuenteovejuna, todos a una
Expresa la necesidad de ser solidarios en una tarea e imprime ánimo y coraje en la resolución de un problema. Es una frase que alude a un hecho histórico que ocurrió en el S. XV, bajo el mandato de los Reyes Católicos. Su fama se debe, sin embargo, a la comedia de Lope de Vega (1562 – 1635), que en su libro Fuenteovejuna cuenta la historia de solidaridad de todo un pueblo en defensa de una joven aldeana, que logra escapar de los actos ofensivos del comendador y consigue la sublevación del pueblo.
Quien se fue a Sevilla perdió su silla
Se utiliza para responder a quien ha dejado vacante una plaza y pretende recuperarla después de su ausencia. En general, se avisa sobre la posibilidad de perder algunos privilegios si se abandona el lugar que se ocupaba. La expresión tenía una leve variación en su origen. El dicho era de esta forma: “Quien se fue de Sevilla perdió su silla”. Se atribuye este dicho a una anécdota protagonizada por Alonso de Fonseca y su sobrino. Don Alonso le dijo a su sobrino que tomara posesión del obispado de Compostela en Galicia. El muchacho lo intentó, pero como era muy joven, las continuas disputas eclesiásticas le hicieron volver junto a su tío. Don Alonso decidió tomar cartas en el asunto. Cedió su propio arzobispado en Sevilla a su sobrino y se fue a Santiago a poner orden en aquella diócesis. Resuelto el problema, fundó el Colegio de Fonseca en Santiago y otro, con el mismo nombre, en Salamanca. Pero cuando quiso volver a su puesto en Sevilla, el sobrino no quiso cederle el cargo, diciendo: “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Finalmente, don Alonso consiguió que su sobrino abandonara la ciudad hispalense y se fuera a Santiago.
Irse por los cerros de Úbeda
Usamos esta locución para expresar que alguien al hablar se pierde en divagaciones innecesarias, cambia de tema de conversación o responde a lo que se le pregunta con algo que no tiene nada que ver con la cuestión. El dicho tiene su origen en la reconquista a los musulmanes de la ciudad jiennense de Úbeda, acontecida en 1234. Parece ser que uno de los más importantes capitanes del rey Fernando III, desapareció instantes antes de entrar en combate y se presentó en la ciudad una vez que había sido reconquistada. Al preguntarle el rey dónde había estado, el otro, ni corto ni perezoso, contestó que se había perdido por los cerros de
Armarse la de San Quintín
Se dice de los grandes altercados, discusiones o algarabías. La causa de esta expresión tiene origen en la batalla de San Quintín (1557) cuando las tropas españolas asentadas en Flandes invadieron el norte de Francia al mando del Duque de Saboya. La carnicería fue de tal magnitud que se aplicó desde entonces el nombre de San Quintín a toda reyerta o alboroto en general.
Como los de Fuenteovejuna, todos a una
Expresa la necesidad de ser solidarios en una tarea e imprime ánimo y coraje en la resolución de un problema. Es una frase que alude a un hecho histórico que ocurrió en el S. XV, bajo el mandato de los Reyes Católicos. Su fama se debe, sin embargo, a la comedia de Lope de Vega (1562 – 1635), que en su libro Fuenteovejuna cuenta la historia de solidaridad de todo un pueblo en defensa de una joven aldeana, que logra escapar de los actos ofensivos del comendador y consigue la sublevación del pueblo.
Quien se fue a Sevilla perdió su silla
Se utiliza para responder a quien ha dejado vacante una plaza y pretende recuperarla después de su ausencia. En general, se avisa sobre la posibilidad de perder algunos privilegios si se abandona el lugar que se ocupaba. La expresión tenía una leve variación en su origen. El dicho era de esta forma: “Quien se fue de Sevilla perdió su silla”. Se atribuye este dicho a una anécdota protagonizada por Alonso de Fonseca y su sobrino. Don Alonso le dijo a su sobrino que tomara posesión del obispado de Compostela en Galicia. El muchacho lo intentó, pero como era muy joven, las continuas disputas eclesiásticas le hicieron volver junto a su tío. Don Alonso decidió tomar cartas en el asunto. Cedió su propio arzobispado en Sevilla a su sobrino y se fue a Santiago a poner orden en aquella diócesis. Resuelto el problema, fundó el Colegio de Fonseca en Santiago y otro, con el mismo nombre, en Salamanca. Pero cuando quiso volver a su puesto en Sevilla, el sobrino no quiso cederle el cargo, diciendo: “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Finalmente, don Alonso consiguió que su sobrino abandonara la ciudad hispalense y se fuera a Santiago.
Irse por los cerros de Úbeda
Usamos esta locución para expresar que alguien al hablar se pierde en divagaciones innecesarias, cambia de tema de conversación o responde a lo que se le pregunta con algo que no tiene nada que ver con la cuestión. El dicho tiene su origen en la reconquista a los musulmanes de la ciudad jiennense de Úbeda, acontecida en 1234. Parece ser que uno de los más importantes capitanes del rey Fernando III, desapareció instantes antes de entrar en combate y se presentó en la ciudad una vez que había sido reconquistada. Al preguntarle el rey dónde había estado, el otro, ni corto ni perezoso, contestó que se había perdido por los cerros de
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